Legitimar la serie B: Drive


Con más tiempo libre, empiezan a salir las reseñas cinematográficas que tenía pendientes. Con ésta me vi obligado a hacer un esfuerzo de memoria porque vi la película en septiembre. Aquí va, por fin, un texto nuevo:

Echándoles una ojeada tan rápida como desdeñosa a las nominaciones de los Globos de Oro resalta como cada año el enigma de las nominaciones dobles para una sola persona. En este 2011 a punto de terminar, destacaría la doble nominación del actor oriundo de la provincia canadiense de Ontario Ryan Gosling. Tiene una mención como mejor actor en un drama por The Ides of March o en mexicano Poder y traición (por eso de que ¿quién sabe qué chingados sean Los idus de marzo?, ¿verdad?) y otra al mejor actor en una comedia por Loco y estúpido amor o en su idioma original Crazy, Stupid, Love. Lo más irónico es que quizás la actuación más encomiable de este joven histrión no haya sido ninguna de las anteriores —ambas con el auspicio de las grandes campañas de márketing de los estudios hollywoodenses— sino más bien la que desarrolló bajo el mando de un director de origen danés en el largometraje de subgénero Drive (2011).
Con sus constantes apariciones en revistas (tanto impresas como televisivas) del corazón se podría pensar que Ryan Gosling está al nivel de sus antiguos compañeros del Club de Mickey Mouse (entre los más conspicuos están las cantantes de pop Britney Spears y Christina Aguilera así como el también cantante y mediocre aspirante a actor Justin Timberlake) o incluso al nivel de su tocayo y compatriota de apellido Reynolds con quien más de un despistado lo confunde. Sin embargo, a diferencia de sus ex compañeros del Club de Mickey Mouse o de su compatriota, Gosling ha demostrado cierta habilidad histriónica. Eso, claro, sin descuidar la imagen pública apareciendo con toda la intención en cintas mucho más comerciales. Al fin y al cabo si se le conoció fuera del circuito de las adolescentes gringas fue gracias a aquella olvidable cursilería llamada Diario de una pasión. Pero Gosling también se ha atrevido a realizar papeles en cintas de corte independiente (Half Nelson, Lars and the Real Girl). En el caso de Drive, una B movie de alto presupuesto. Aunque lo anterior suene contradictorio. Claro, era predecible que a Gosling lo nominarían por productos del mainstream como la cinta dirigida por George Clooney o por una comedia romántica donde le hacía réplica al comediante Steve Carell. Eso no quita que su desempeño del año pasado en créditos como Triste San Valentín o incluso Crimen en familia hayan sido los que le valieran elogios por parte de la crítica cinematográfica más especializada e incluso la más incisiva.
Al igual que en cualquier cinta del subgénero clase B (o B movie) por Drive desfila una serie de personajes de dudosa ética. Eso incluye también al protagonista. No falta el mecánico soñador (Bryan Cranston, el papá del sitcom Malcolm, el de en medio) quien además de figura paterna para el protagonista lo meterá en graves problemas a lo largo de la trama. Ni el mafioso de estilo refinado (Albert Brooks). Mucho menos el simio matón malencarado (¿quién mejor que Ron Perlman para este papel?), ese gánster judío que aspirará a ser el mafioso refinado. Ni el chicano (Oscar Isaac) acabado de salir de prisión y además buscado por otro grupo de mafiosos. Ni la muchacha pechugona (Christina Hendricks de la serie Mad Men) que por su venusino atractivo se hallará en medio de los balazos. No es posible ignorar a la chica inocente, la redentora del protagonista, su interés amoroso: Carey Mulligan, joven actriz inglesa de Enseñanza de vida (2009). Además está la violencia: extrema, descarnada, nada complaciente. Drive, sin embargo, refleja un presupuesto sino multimillonario al estilo Michael Bay sí con bastante apoyo financiero. Así se demuestra que, desde hace décadas, algunas B movies han saltado sin dificultad al circuito del cine de arte o incluso al del cine hollywoodense.
Si me dejo engañar por la primera impresión de Drive (la música y los créditos en letras rosa fosforescente de la entrada) caería en el error de que me encuentro ante una boba película ochentera con Molly Ringwald como heroína. Nada más disímil. Como en los western, como en otras cintas de este talante, nuestro protagonista no tiene nombre. Simplemente es el conductor (Gosling). Y él sólo maneja. Y lo hace muy bien. Durante el día además de mecánico en el taller de Shannon (Cranston) es un doble, un stuntman. Al igual que Kurt Russell en A prueba de muerte de Quentin Tarantino, otro cineasta reivindicador de la serie B. En el plató se dedica a ponerse una máscara de látex y a chocar autos para las filmaciones hollywoodenses. Por la noche, con su rostro alargado y descubierto, palillo de dientes metido en la boca y guantes de cuero calzando las manos, recibe parte del botín cuando los ladrones lo contraten para conducir el auto durante la estresante huída. Y en esto y en nada más es muy bueno. El conductor, a pesar de prestar su habilidad para trabajos sucios, es también un hombre generoso. Al notar la soledad de su vecina Irene (Mulligan) —madre soltera con un marido hispano en la cárcel— se le acerca para tenderle la mano. Tampoco habría que subestimarlo. Parece gratuito, falsamente bravucón y hasta risible el alacrán amarillo que se halla desplegado sobre su chamarra color gris brilloso. Aunque ángel protector con Irene y su pequeño hijo, cuando se requiera se tornará en una bestia asesina. Los dos extremos se tocan en la loable escena del elevador. Visto desde esta perspectiva, el chofer de Drive podría ser el hijo adoptivo del Travis Bickle de Taxi Driver (1976). La deuda con Scorsese no se niega.
Gosling aprovecha entonces su notoriedad para hacer mancuerna con un director europeo que realiza Drive en Hollywood no sin sortear bastantes obstáculos (uno grande fue la “franquicia” Rápido y furioso). Aunque el director Nicolas Winding Refn sea de origen danés, no hay nada en Drive de la tradición Dogma ni mucho menos de la filmografía más reciente de, por ejemplo, Lars von Trier. Una estupidez —muy común entre la crítica estadounidense— resulta meter a todos los cineastas de un mismo país en un cajón común. Al ver Drive llego a concluir que su tradición obedece al cine estadounidense de bajo presupuesto. Sin embargo, en su narración resulta mucho más europea. Hay largos silencios introspectivos. El realizador nos escatima los momentos de acción desbordada y siempre mantiene su sutilidad con respecto a los personajes principales. Tal vez por eso —por combinar adecuadamente dos tradiciones— haya ganado Nicolas Winding Refn el premio al mejor director en Cannes este año. Como suele suceder en todas las premiaciones fílmicas, ahí se repartió el pastel con presunta ecuanimidad —esta costumbre se lleva a cabo desde en los lugares donde se presentan películas de cierta trascendencia (como Cannes) hasta en Hollywood (Globos, Óscar). En estos últimos ejemplos, dicho sea de paso, casi siempre son galardonadas cintas de lo más convencional. Drive encierra un interés nada despreciable para el cinéfilo aunque, sospecho, no es de lo más destacado del año 2011. Desde mi punto de vista, podría colocarla al nivel de otra ganadora a mejor dirección en Cannes: Tournée (2010), la del actor francés Mathieu Amalric. Ya el idilio entre Cannes y la serie B gringa lleva años en su punto álgido. Quizás para el festival europeo se constituya en la forma de legitimar un género que poco a poco se ha ido colando tanto en el mainstream como en el llamado cine de repertorio, una forma más de afirmar que, por encima de lo hecho en Hollywood con una fórmula preestablecida, siempre estarán dentro de su gusto estos subgéneros para proponer un giro nuevo. Por algo le habrá dedicado Nicolas Winding Refn su primera película hollywoodense a Jodorowsky.

Drive (2011). Dirigida por Nicolas Winding Refn. Producida por Michel Litvak et al. Protagonizada por Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston y Albert Brooks.

El avance: http://www.youtube.com/watch?v=KBiOF3y1W0Y

PD: Según el sitio de Cinépolis Drive se va a llamar en México El conductor y se estrena el 27 de enero.