Ficciones WC


Serviría de título para nuestra época-sexenio como país; pero ya lo quemaron poniéndoselo a una cinta de Quentin Tarantino. Pulp Fiction, por alguna razón aún hoy desconocida, se llamó en México Tiempos violentos. Escribí el texto que presento a continuación años después, imagino, de ver el largometraje en los cines que en aquel entonces se hallaban sobre la Diagonal Reforma y poco tiempo luego de que la adquiriera en VHS en el otro lado. Más sobre Tarantino en las reseñas sobre Bastardos sin gloria, Death Proof y Kill Bill, Volumen 1 y Volumen 2. Va aquí el ya añoso texto:

Ficciones WC: de la taza al celuloide
El exuberante hundimiento del Titanic trajo consigo no sólo el rápido choteo sino también pseudo-documentales, comentarios insulsos, artículos mal escritos, carteleras estancadas, empujones en el cine, eternas colas frente a la taquilla, el sentimiento de incomodidad en las reuniones de quienes aún no tenían el amontonado gusto, la poco sorprendente ambición de los dueños de las salas, la lambisconería de Hoy mismo y programas análogos, así como un plagiario conductor radial quien, temerariamente, se fusiló un extracto de cierto reportaje sobre el tema contenido en la edición de diciembre de la revista norteamericana Premiere. Tras este terremoto cinematográfico, lo mejor sería sufrir amnesia. Sin embargo, ni el autoindulgente Óscar ni los recientes Globos de Oro para Titanic –por mejor sonido, canción, director y película dramática— lo permitirán.
Una estupenda obra fílmica fue despreciada con simples nominaciones, no hace mucho tiempo, por los “premios” citados. No así por el festival de Cannes, el cual le otorgó la Palma de Oro. Pulp Fiction (1994), mejor conocida en estas tierras con el infumable título de Tiempos violentos, es el segundo largometraje dirigido por Quentin Tarantino, quien debutara en 1992 con Perros de reserva. La expresión “pulp fiction” significa, como lo indica desde la entrada el director, una historieta o revista que contiene argumentos escabrosos y tentadores. El equivalente al libro vaquero, a la literatura de camión, a las lecturas del baño. Luego de tal premisa, Tarantino presenta tres relatos no en papel periódico sino en celuloide. Tres sórdidas anécdotas que compartirán los mismos personajes dentro de diversos conflictos. En "Vincent Vega y la esposa de Marcellus Wallace", el protagonista (John Travolta), un matón a sueldo, se ve obligado a pasear a Mia (Uma Thurman), la hermosa mujer de su jefe (Ving Rhames). En "El reloj de oro", Butch (Bruce Willis), un boxeador traicionero, regresa a su casa y arriesga la vida por un olvido de Fabienne (María de Medeiros), su novia. En "La situación Bonnie", Vincent y su compinche Jules (Samuel L. Jackson) tendrán que desaparecer sangre y vísceras con la ayuda del señor Lobo (Harvey Keitel). Como dato adicional, la versión gringa en video de Pulp Fiction incluye dos escenas que fueron excluidas del producto terminado, junto con las atropelladas explicaciones del realizador para tal mutilación.
Quentin Tarantino deja a un lado el orden cronológico y el ritmo narrativo convencional –algunas veces las tres historias se confunden entre sí— reviviendo imágenes del viejo cine de Hollywood. La criminalidad y la violencia son caricaturizadas bajo la inquieta mente de este antiguo empleado de videoclub. La sanguinolencia, el ambiente nostálgico y el cinismo son herencias legítimas del cine negro e ilegítimas del vanguardista David Lynch. La sonrisa irónica le pertenece sólo a Quentin Tarantino y a las vacías pero cautivantes palabras que coloca en labios de sus títeres. Lo que se dice, sin excepción, es banal. Pero la capacidad de Tarantino para envolver al público en esas frases es infalible. No importa si se habla de hamburguesas o de revelaciones místicas. Los diálogos absorben tanto que hasta los carcamanes de la mal llamada Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas tuvieron que otorgarle un monigote áureo por esta tarea como mero premio de consolación y ante el sentimental Robert Zemeckis y Forrest Gump, su mongolito patriotero. Con el paso del tiempo, lamentablemente, el nuevo niño mimado de Hollywood ha cedido sus historias y el control directorial a proyectos poco loables como La fuga (1993), Asesinos por naturaleza (1994), Four Rooms (1995) y Del crepúsculo al amanecer (1996). La responsabilidad del hombre detrás de la cámara también implica el desempeño de su reparto. Pulp Fiction revivió la desahuciada carrera de John Travolta –aunque sólo de forma efímera— y hasta Bruce Willis es creíble. Ni qué decir de Samuel L. Jackson, Uma Thurman y Harvey Keitel quienes, por lo regular, demuestran ser actores y no apenas estrellitas cuyos apellidos son estampados en las aceras para pisotearlos con mayor comodidad. La excelente banda sonora, el incisivo humor negro y la estética pop ayudan a la labor de Quentin Tarantino. Por supuesto, las buenas conciencias lanzaron sus berreos condenando al cineasta y a su corte de mafiosos ficticios al peor de los achicharramientos. Aún más con ese infame nombre en castellano por el cual interpretaron que el director se refería al final del milenio y como si él hubiera sido responsable de la atolondrada traducción. Otra víctima de los conocedores del inglés fue Donnie Brasco, cuya denominación se redujo por una palabra quedando sólo en Brasco. Pulp Fiction, como su verdadero nombre lo estipula, es pura fantasía, entretenimiento de gran calidad y no apto para chaparros intelectuales. Pulp Fiction es, además, buen cine norteamericano. Tal vez el tercer largometraje de Tarantino, Jackie Brown (1997), le devuelva la reputación que tuvo a mediados de esta década.

-Tiempos violentos (Pulp Fiction, 1994). Escrita y dirigida por Quentin Tarantino. Producida por Lawrence Bender. Actúan: John Travolta, Samuel L. Jackson, Uma Thurman, Ving Rhames, Harvey Keitel y Bruce Willis.