De regreso en Twin Peaks (II)



Parte 4: El episodio abre en el casino. Más y más máquinas tragamonedas, hellooooo’s! de Cooper, alarmas de gozo y mega-premios. Al menos, David Lynch tiene la cortesía de editarlos y de no detenerse en todo esto media hora. El señor Lotería acaba de ganar 29 mega-premios, además de dos para la viejita pandrosa. Le entregan el dinero y le ofrecen un servicio de limusina. Dougie-Cooper sólo puede identificar su casa por la puerta roja, tan roja como las cortinas del Black Lodge, el hogar doble marcado por ese color. El búho que pasa volando recuerda a uno de los animales más icónicos de la serie y aquella pista del gigante de “los búhos no son lo que parecen”, la clave para identificar a Leland Palmer como el asesino Bob. La puerta roja se abre y sale a la calle otra de las antiguas colaboradoras de Lynch, Naomi Watts (Betty-Diane en Mulholland Drive), aquí en el rol de la esposa de Dougie. El enojo de Janey-E desaparece ante la bolsa llena del dinero ganado en las máquinas. “Éste es el más maravilloso de los días más horribles de mi vida”. Horrible por la desaparición de Dougie (no de 25 años, sino de un par de días) y porque su hijo Sonny Jim pasó el cumpleaños sin el papá.
Denise Bryson reaparece en un alto puesto en el FBI y Cole va a entrevistarse con ella. Pero David Duchovny se ve mucho más falso de mujer que hace un cuarto de siglo. Su intervención en el Twin Peaks original (como agente transexual de la DEA) precedió a la fama otorgada por el programa de Los expedientes secretos X. El mal sabor de boca pasa pronto y es seguro que el personaje de Denise no volverá a aparecer en esta tercera entrega. Si acaso, es apenas un guiño para los nostálgicos. Ahora en el pueblo hay dos alguaciles Truman. No es que algún espíritu maligno del Black Lodge haya manufacturado una copia de Harry S. Estos alguaciles son hermanos porque el actor canadiense Michael Ontkean no quiso salir del retiro ni mucho menos participar en este resurgimiento de la serie. Así que Lynch y Frost le inventaron al buen alguacil un hermano que (casualmente) también es policía y lo pusieron en su lugar pretextando una enfermedad grave de Harry. El chistorete sobre el terror de Lucy ante los celulares —en realidad, ante la idea terrorífica del doble— tendrá su génesis en una escena editada de Fire Walk with Me y, aunque aquí me parezca intrascendente, cobrará mucha importancia en la parte 17. Para nuestra sorpresa, Bobby Briggs se unió al cuerpo de policía y, al desplegar Hawk las evidencias sobre el caso Palmer, se le vendrán las lágrimas a los ojos con tan sólo observar el retrato de su antigua novia, Laura. Por primera vez en TP: el regreso, vuelvo a escuchar el tema musical de la difunta, compuesto también por Baladamenti. Bobby nos confirma la lejana muerte de su padre y, además, recuerda que Cooper fue el último en ver al mayor Briggs con vida. Olvidable la escena de Michael Cera como Wally Brando, el hijo de Lucy y Andy, cuya filiación se puso en duda durante la segunda temporada.
De vuelta en territorio desértico, pasa una eternidad para que Dougie mee, se vista y desayune con Sonny Jim. Los distraídos no captarán las reminiscencias a su vida pasada, como agente del FBI: el pulgar hacia arriba, un tarro para galletas en forma de búho y, sobre todo, el café. Ni siquiera la deliciosa bebida caliente saca al agente Dale Cooper de su letargo. Más vale que lo haga pronto o los fanáticos de la serie nos podemos encabronar con Lynch. A través de Gordon Cole, el director se da los mejores diálogos y las situaciones más cómicas: bastantes chistes en el estilo de “el sordo no oye, pero compone”. Gordon Cole fue una presencia intermitente en la serie original. Pero aquí pareciera haberse convertido en uno de los protagonistas. Hay una atmósfera de lo inconfortable bien lograda cuando Albert, Tammy y él van a visitar al señor C a la cárcel de Dakota del Sur. Nadie está convencido de que ése sea el verdadero Cooper y sólo hay una persona capaz de identificarlo. ¿Quién podrá ser?
La segunda mención al agente Phillip Jeffries me obliga a detener este episodio y desempolvar un viejo videocasete de Fire Walk with Me (1992). Una vista más de esta película que en su momento juzgué desarticulada, me revela la repetición de las frases crípticas emitidas en el Black Lodge: el brazo ya no encarnado por un enanito sino por un árbol raro y afirmando “yo soy el brazo y sueno de esta forma”, así como la reticencia a hablar de los casos de la Rosa Azul. Además de un trío de agentes desaparecidos: Chester Desmond (Chris Isaak), Jeffries (ni más ni menos que David Bowie) y, finalmente, Dale Cooper. El episodio culmina con la intervención musical del trío femenil Au Revoir Simone en el Roadhouse. ¿Y Julee Cruise?, sigo interrogándome.


Parte 5: Ahora entiendo que TP: el regreso tiende puentes mucho más firmes con Fire Walk with Me que con la serie original. En internet venden el bluray de la película con las escenas editadas y sopeso la utilidad de comprarlo para comprender mejor lo que veo. Ni modo. A esperar el envío y a ver, mientras tanto, las partes que siguen.
Lorraine —la mujer contratada por el señor Todd para asesinar a Dougie-Cooper— no está nada contenta al principio de la quinta parte y en Dakota del Sur los forenses extraen el anillo de Dougie del estómago del cuerpo decapitado. Si hay un objeto que aparece y desaparece en Fire Walk with Me (sobre todo, luego del homicidio de Teresa Banks) es el anillo verde del Black Lodge. En la prisión y frente al espejo, queda confirmado que el señor C es el vehículo del espíritu-parásito Bob. De vuelta en Twin Peaks: si Bobby ahora es policía, su amigo Mike será un empresario que le da una lección de vida a un desaliñado e informal aspirante a trabajador. Steve resulta ser el esposo de Becky (Amanda Seyfried), la hija de Shelly y Bobby. En Las Vegas, cuando Janey-E lleve a Dougie a su trabajo en una aseguradora, él se quedará embobado ante la estatua de un hombre que apunta una pistola. Ni siquiera esto lo incita a recordar su pasado. Sin embargo, durante una peculiar junta con su jefe, se desperezan las habilidades de Cooper para desenmascarar a un colega mentiroso. Esto me recuerda a la escena del interrogatorio del entonces joven Bobby cuando Cooper le digita a Harry en un tatarabuelo de los smartphones: “está mintiendo”.
Tres acontecimientos importantes en Las Vegas: 1) Aparecen los hermanos dueños del casino con sus conejitas idas como acompañantes. De entenderse que no estén nada felices luego de que Dougie Jones saliera de su establecimiento con más de 400,000 dólares. A uno de los hermanos lo interpreta Jim Belushi y me pregunto fútilmente cómo habrían quedado estas escenas de vivir John y de encarnar los Belushi a los Mitchum —esto amerita una disculpa: acabo de ver Animal House y The Blues Brothers, una detrás de la otra, en Netflix. 2) En el fraccionamiento Rancho Rosa (sector venido a menos) los matones de Lorraine casi se cruzan con unos robacoches quienes terminan calcinados tratando de volarse el auto de Dougie. Todo esto, ante los ojos de un niño curioso, hijo de una drogadicta. 3) Por último, Jade lanza la llave del hotel Great Northern a un buzón. Como el terror de Lucy ante los celulares, esto se volverá importante en el episodio 17.
La Becky de Twin Peaks repite los patrones de conducta de su madre cuando ésta fuera la mujer del camionero maltratador y traficante de drogas Leo Johnson. El esposo de Becky es un vago cocainómano que, como Leo, tiene un coche engaña-bobas. Luego de sacarle dinero a Shelly, Becky se lo entrega a Steve y él le ofrece un poco de cocaína. Uno de esos giros tan característicos en la obra fílmica de Lynch se da cuando se escuche la canción “I Love How You Love Me” en voz de las Paris Sisters. De lo contemporáneo a la retrospectiva de los años 50-60. De la oscuridad a la luz del amor. Porque la nieta del cadáver decapitado está perdidamente enamorada de este loser.
Se revela también el propósito de las palas doradas del doctor Jacoby quien, desde las profundidades del internet, es el doctor Amp: un quejica iracundo que desafía al poder establecido y que, de paso, vende las palas para que sus clientes puedan desenterrarse y así salir de la mierda. La tuerta Nadine Hurley está fascinada con su programa. En el Roadhouse sigue sin presentarse Julee Cruise. Otro maloso (éste mucho más joven que el señor C) no respeta ley antitabaco alguna, realiza intercambios sospechosos con Chad (el policía burlón y corrupto) y acosa a una vecina de mesa. Su violencia erótica recuerda en parte a aquella escena similar entre los personajes de Laura Dern y Willem Dafoe en Salvaje de corazón. Ya se vuelve costumbre poner al final del episodio un número musical en este antro.
En toda la obra de David Lynch, los destellos de una electricidad no controlada semejan simbolizar el peligro de la dimensión alterna. Esos sonidos abren y cierran cada uno de los episodios de la serie cuando los logos de las casas productoras se despliegan en la pantalla. También dentro de la historia a contar: ¿cómo olvidarse de la lámpara defectuosa de la morgue sobre el cadáver pálido de Laura Palmer al comienzo de la serie anterior? Esto viene a cuento al concederle su llamada al señor C en la prisión. La marcación ridícula de los botones del teléfono altera los sistemas de comunicación y de vigilancia de todo el centro penitenciario. Digno representante del Black Lodge, el señor C muestra sus poderes sobrenaturales e intimida a quienes lo custodian. No va a durar mucho en este encierro inoportuno. Mientras tanto, Dougie Jones termina su día de trabajo perplejo ante la estatua del hombre que apunta la pistola. Y sigue sin despertar.


Parte 6: Este episodio y el anterior se desvelan las dos primeras semanas de junio. Después de estar embobado frente a la estatua varias horas hasta el anochecer, un policía hispano se le acerca a Dougie y a él le llama la atención su insignia. ¿Se acordará de que tuvo una similar, sólo que del departamento de policía de Twin Peaks? Una vez que lo lleven a casa, Janey-E cita a sus acreedores para saldar la deuda de juego del marido. El jefe Mullins le dio tarea a Dougie y, mientras el manco Gerard trata de despertarlo desde el Black Lodge, unas lucecitas le ayudan a trazar garabatos en los documentos de la aseguradora. Esta escena requerirá de máxima paciencia. En Filadelfia Albert busca a quien puede identificar al preso y por fin aparece la elusiva Diane. Desde el primer momento de Dale Cooper en la serie anterior, se le observa constantemente realizando grabaciones para su asistente. El personaje nunca dio la cara y los espectadores siempre se han preguntado quién es y si acaso será una invención de la mente del agente del FBI. Pero no. Es real, de carne y hueso. La espera de un cuarto de siglo da paso a la revelación del rostro de Diane. Por supuesto, a ella sólo puede interpretarla Laura Dern, actriz fetiche de Lynch (es la cuarta vez que colabora con él en un lapso que ya abarca treinta años).
Richard, el abusón del Roadhouse, es también narcomenudista al servicio de Red (Balthazar Getty, otro actor que ya ha colaborado con Lynch y de cuyos antecedentes familiares es mejor ni hablar), aquí émulo del Frank Booth de Terciopelo azul, así como pretendiente de Shelly (la mesera a la que le encantan los chicos malos). Red lo humilla con sus trucos de magia y Richard sale de ahí encabronado y hecho la mocha. Carl Rodd mudó su campamento de casas remolque de Deer Meadows a las cercanías de Twin Peaks. Aparece Harry Dean Stanton (Una historia sencilla, París, Texas), frágil y esquelético, unos meses antes de morir. He aquí las dificultades de esperar 25 años para emprender otra temporada: los habitantes de Twin Peaks empiezan a pasar a mejor vida. “He fumado durante 75 años cada puto día”, afirma Carl y luego se ríe. Da la impresión de que no lo afirma el personaje, sino el actor. Otra risueña es la mesera Heidi (ahora con varios kilos de más), quien atiende a Miriam, una maestra de escuela primaria. La pobre Miriam no imagina lo que está a punto de atestiguar al cabo de chutarse dos tartas de cereza del legendario Double R de Norma. A bordo de un camión, Richard atropella a un niño frente al poste #6 que se mudó, al igual que Carl, a Twin Peaks. Miriam es la única testigo del atropellamiento que reconoce al conductor del camión, dado a la fuga. Carl percibe una lucecita salir del cadáver del niño y la ve ascender hacia las alturas. Todos se lamentan. Todos lloran. Pero nadie llama al 911. Ni siquiera la madre del niño.
En Las Vegas Ike “the Spike” es un enano fortachón que recibe dos encargos del señor Todd: matar a Lorraine y a Dougie. La carrera de relevos de matones no termina nunca y nada cuesta, cuando pasen el testigo al siguiente, deshacerse del asesino fracasado anterior. Al enfrentarse a Bushnell Mullins (Don Murray, pareja de la Monroe en Bus Stop), otra vez Dougie sale avante de pura chiripa. Increíblemente, los garabatos le revelan a su jefe una verdad sobre Anthony, un colega corrupto. A continuación, viene la cumbre del episodio: Naomi Watts les otorga a los espectadores una escena hilarante con sólo entregar el dinero a los acreedores. “Vivimos en una época muy oscura”, afirma categórica Janey-E y los tipos se resignan a recibir una cantidad menor de la que se esperaban. El enano le propina unos cuantos piquetitos a Lorraine y, después del baño de sangre, se le enchueca el picahielos, arma mortal por la cual es famoso. Siguiendo todavía —tras varios episodios— la pista del mensaje del leño, Hawk encuentra unas hojas arrancadas del diario de Laura Palmer en el baño de la comisaría de Twin Peaks, esto alternado con el drama familiar del alguacil Frank Truman. Por último, tocan en el Roadhouse una de las más calmaditas, pero sigue sin cantar Julee Cruise. Cualquiera diría que los cantantes sobre el escenario del antro se han multiplicado como gremlins con agua. Y esto porque pasaron de una persona a una docena de conjuntos musicales. En algo tendría que haber progresado este pueblo.