Tercera edad y una pizca de colonialismo

Hace años escribí para una publicación escolar el siguiente texto breve. Es sobre una cinta del cineasta inglés John Madden:

Los idilios de su majestad
Algunas producciones, sobre todo las procedentes de Hollywood, requieren suntuosos efectos especiales y estrellas taquilleras para justificar las pifias de sus argumentos que, por lo regular, no conducen al espectador a nada novedoso. Otras, en cambio, se dan abasto al por mayor con una recreación de época impecable, actores experimentados y una historia de interés. Estas cintas parecen proliferar no tanto en éste sino al otro lado del océano Atlántico, en Gran Bretaña. Su majestad, la señora Brown (Mrs. Brown, 1997), dirigida por John Madden, es un claro ejemplo.
Después de la muerte de Alberto, su esposo, la reina Victoria (Judi Dench) evade toda aparición pública y todo acto político. Es la segunda mitad del siglo XIX. Por prolongarse tres años este silencio empieza a angustiar a su familia. Poco después la soberana manda llamar a John Brown (Billy Conolly), un sirviente cercano al difunto cónyuge, para que la acompañe en los paseos a caballo que nunca hace. Pronto el recio carácter del escocés y su sinceridad irrefrenable atraen la confianza de la reina y surge una amistad entre los dos no exenta de habladurías —de ahí el título de la cinta. Éstas encuentran su punto climático en el momento en que Brown, por su cercana relación con la reina, se sitúe por encima de los demás sirvientes y se proclame como único protector de Victoria. Cuando llegan a la prensa tanto la angustia por la ausencia de la reina en la vida pública como su cercanía con Brown, las reacciones de Disraeli (Anthony Sher), el primer ministro, y del príncipe Alberto (David Westhead), el heredero de la corona, no se demoran.
A partir de sólidas actuaciones de Billy Conolly y Judi Dench —quien obtuvo una mención al Óscar como mejor actriz— se construye la anécdota de una amistad que, por la jerarquía política y las clases sociales, se trunca hacia el final o al menos eso da a entender el director desde su perspectiva. Fuera de lo que pudieran opinar los fanáticos de la historia oficial, el relato de la soberana y su lacayo sorprende por su falta de convencionalismos. Al fin y al cabo es un relato sobre dos personas en situaciones límites e inusuales, dos seres a la sombra de un aislamiento determinante que obliga a la unión y a la confianza mutua. Además, el argumento toca con sutileza a los testigos silenciosos al otro lado de la pantalla. La ambientación se exhibe inmaculada como ya es costumbre en los dramas de época producidos en Inglaterra. Pero ese mismo escenario se queda, como debe ser, en mero marco frente al duelo de maduros actores. Sin oropeles ni cifras de franca insolencia, Su majestad, la señora Brown se constituye como una humilde pero brillante joya entre la corona de la cinematografía inglesa y como un ejemplo de que no se necesitan millones de dólares para hacer cine de calidad.

Luego de que escribiera este texto, Hollywood aprendió su lección. Y muy bien. Al año siguiente Madden filmó Shakespeare apasionado y se llenó de premios Óscar a principios de 1999. Y eso que su cinta iba contra La delgada línea roja, ni más ni menos que una obra maestra de Terrence Malick. Para pifias del señor Óscar no acabaríamos nunca. No digo más. Ahora sí el texto nuevo sobre otra película de John Madden:

Son muy contadas las cintas gracias a las cuales se ventilen los problemas característicos de la vejez. Pareciera que las canas y las arrugas no se despliegan tan bien sobre una pantalla de cine como sí lo hacen con mucha frecuencia sus contrarios, los ostentosos símbolos de la juventud. Sin embargo, el también veterano director John Madden —cuyos créditos incluyen Su majestad, la señora Brown (1997), Shakespeare apasionado (1998), Al filo de la mentira (2010), entre otras— realiza un tratamiento tan aceptable como convencional del tema en su película más reciente titulada El exótico hotel Marigold (The Best Exotic Marigold Hotel, 2011). Además Madden se da la oportunidad de trabajar con algunos de los histriones —ya también en la llamada tercera edad— más destacados de su tierra. No sólo algunos. Siete para ser más exacto.
Siendo una película coral no existe en El exótico hotel Marigold una historia a seguir sino varias. Está en un comienzo la recién viuda (Judi Dench). Ella encara su falta de pericia para enfrentarse al mundo moderno. El viaje a la India implica una nueva vida, más simple, más cercana a lo esencial. Por otro lado, el abogado jubilado (Tom Wilkinson) regresa a la tierra de su infancia y adolescencia en busca de un viejo amor. El matrimonio unido (Bill Nighy y Penelope Wilton) ya sólo por la rutina busca una existencia más barata tras prestarle dinero a su hija empresaria del Internet. El hombre y la mujer solteros (Ronald Pickup y Celia Imrie) se hallan a la conquista de un segundo aire. Por último, la turista médica (Maggie Smith) que necesita una operación de cadera pero que, a causa de sus prejuicios raciales, desprecia a cualquier extranjero. Ahí se encontrarán en el aeropuerto una al lado del otro en deprimente hilera de descastados de una sociedad obsesionada con la juventud: Evelyn, Graham, Bill, Jean, Norman, Madge y Muriel. Una vez en India, todos ellos serán recibidos por Sonny Kapoor (Dev Patel), el joven gerente del hotel y oveja negra de su familia pues es el último de varios hermanos “triunfadores”. El establecimiento, sin embargo, no se parecerá al de la publicidad: hotel antiguo, sucio y a medio renovar. Decepción para algunos. Oportunidad para otros.
Revisando de nuevo la filmografía de John Madden, me doy cuenta de que no estoy frente a un genio del séptimo arte. No, lo siento. Me hallo sólo ante un realizador solvente que fabrica productos de buena calidad y que en más de una ocasión tiende a ser convencional. Por esa razón, aunque el tratamiento del asunto sea encomiable no resultará nada del otro mundo. Incluso tal vez con El exótico hotel Marigold el cineasta peque de colonialista. ¿Qué decir luego de presenciar esas escenas de autobús en que los viajeros se ven hacinados y sudorosos? Claro, no se puede esperar la alegría general de los huéspedes británicos al enfrentarse a un lugar descascarado e insalubre. Aunque si de colonialismo se trata Madden no pudo escoger a un mejor actor para representar a Sonny Kapoor: Dev Patel, el protagonista de Slumdog Millionaire (2008) de Danny Boyle. Una vez obviando eso, las actuaciones de Dench, Wilkinson y Smith bien valen el boleto de entrada. En especial esta última. Smith logra convertir en encantador un personaje en principio despreciable, una capacidad por la que ya décadas antes había destacado al darle vida a una inolvidable maestra de instituto en Los mejores años de Miss Brodie (1969).
Tampoco es muy difícil predecir cómo finalizarán los periplos de este grupo de ingleses, extraños en una tierra extraña. Alguno morirá. Otra transformará su perspectiva. Otros tantos encontrarán, aunque sea tarde, el amor. Algunos más regresarán a Inglaterra sin haber cambiado mucho. Para divertirse y conmoverse un rato, El exótico hotel Marigold es una opción. Para ir más allá de lo convencional respecto a la última etapa de la vida, no.

El exótico hotel Marigold (The Best Marigold Hotel, 2011). Dirigida por John Madden. Producida por Graham Broadbent y Peter Czernin. Protagonizada por Judi Dench, Tom Wilkinson, Bill Nighy, Maggie Smith y Dev Patel.

El avance en español peninsular: http://www.youtube.com/watch?v=5TEoubNp25M