Campion: estreno atrasadísimo en México


Por este silencio no tengo otras excusas que el final del cuatrimestre académico y el regreso a casa. Comienzo entonces autocitándome descaradamente en el apartado sobre Jane Campion de mi libro Vislumbre de cineastas:

“La segunda película de Campion fue An Angel in my Table –protagonizada por Kerry Fox (Tumba al ras de la tierra) y ganadora del León de Plata de Venecia. En ella recrea la biografía de la escritora Janet Frame. Sin embargo, el filme que le valió a Campion notoriedad, así como la Palma de Oro en el festival de Cannes, fue El piano (The Piano, 1993). En su tercer largometraje, la directora presenta a Ada McGrath (Holly Hunter) como protagonista. Ella es una mujer muda y de origen escocés que llega a Nueva Zelanda, durante el siglo XIX, con su hija Flora (Ana Paquin) para vivir con su flamante y no conocido esposo: Stewart (Sam Neill). Bajo su frágil y pálida apariencia física, Ada esconde una voluntad incontrolable la cual la ata al piano que trajo consigo de Escocia –su única forma de expresión. Cuando por el lodo, la lluvia y las distancias el instrumento va a parar a manos de George Baines (Harvey Keitel), Ada se prestará a intercambios carnales con tal de recuperar cada una de las teclas que conforman su postiza voz. Esta musical prostitución será pronto remplazada por sentimientos verdaderos.
El azul circula a lo largo de El piano y se desplaza a los otros dos filmes aquí citados de la realizadora. En estos tonos, la Campion enmarca sus historias. Magnífica ambientación y deleitables composiciones de Michael Nyman, el colaborador de Peter Greenaway hasta Los libros de Próspero, contribuyen al ritmo narrativo. Desde los seis años, Ada deja de usar su voz sin razón alguna. El padre le advierte que el día en que se proponga dejar de respirar será su último. Por eso, ella teme a su voluntad, esa gigantesca bestia que alberga su diminuto cuerpo y que la separa de su esposo y de las matronas de la región maorí. Estos seres intolerantes y desconfiados se sorprenderán con las costumbres de la recién llegada –como tallar un teclado falso sobre la mesa. Ada y su desproporcionado interior no lograrán separarse ni unirse hasta la lucha climática, el sacrificio marino del piano. El adorado instrumento musical, ahora monstruosa concha de playa, la conducirá hasta la cabaña de Baines. Los personajes de la cineasta cambian de actitudes durante la cinta. El deseo de George Baines por la escocesa, a la cual obtiene a través del piano, se desvanece para ser sucedido por el amor. El trueque erótico entre los dos “te hace a ti ramera y a mí, infeliz”. Luego de la separación con respecto a Baines vendrá el sometimiento de Stewart, la búsqueda de la protagonista por llenar un vacío ya sea con el espejo, con la hija o con el esposo en principio ignorado. Ada McGrath retiene el control de sus relaciones. Flora, al comienzo, es la extensión de la madre: se aferra a sus faldas y actúa como ella. Al visitar Ada con mayor frecuencia la cabaña, Flora manifestará signos de moralismo y de apego al padrastro. Destaca Holly Hunter, la actriz principal, del congruente reparto. De notarse también es la forma como utiliza sus expresiones y sus manos para transmitir los pensamientos de Ada. Dicha participación llevó a sus manos numerosos premios de mejor actriz. Bien merecido si se agrega que la Hunter persiguió a la realizadora para obtener el papel. Jane Campion concluye su gran obra con una cita del poeta inglés Thomas Hood: “Existe el silencio en que no se escucha ruido alguno / y el silencio en que no puede haber ruido alguno / es la fría tumba / de las profundidades el mar”. El piano –filme plagado de pasión, viajes interiores y fuerza descomunal— compartió en 1993 la codiciada Palme d’Or de Cannes con Adiós, mi concubina de Chen Kaige.”

Ora sí, tras la introducción anterior, venga lo nuevo (o no tanto, quién sabe):
Habiendo hablado antes y en variadas ocasiones de estrenos atrasadísimos en nuestro país, con la LII muestra internacional de la Cineteca vino a México también el más reciente crédito de Jane Campion. Traducido simplonamente en español como El amor de mi vida, Bright Star (2009) tiene como tema central el amorío entre el poeta romántico inglés John Keats y la joven Fanny Brawne, amorío que escandalizara a la sociedad victoriana una vez se hiciera pública la correspondencia entre los dos.
Cuando Charles Brown (Paul Schneider) llega al lado de John Keats (Ben Whishaw) a quedarse en el mismo sector londinense donde viven los Brawne de inmediato la joven Fanny (una Abbie Cornish que recuerda en algo al rostro de Nicole Kidman, antes del bótox, en Retrato íntimo de una dama), la hija mayor y mujer aspirante a lo que ahora denominaríamos diseñadora de modas, siente interés por la obra del poeta, obra que ha sido vapuleada por los críticos y por otros colegas. Aunque al principio en diferentes lados del espectro tratándose él de un escritor y ella de una muchacha interesada en la moda, poco a poco irán soltando las defensas. En especial Fanny que se abandonará a la lectura de la poesía de John Keats y después le solicitará lecciones para entender mejor el género literario. Sin embargo, la cercanía de estos dos jóvenes no tendrá la aprobación de quienes les rodean. Por un lado, la familia de Fanny que, aunque ven al joven artista con benevolencia y gracia, saben que carece por completo de fortuna. Por otra, Charles Brown que, como novia celosa, opina que Fanny sólo distrae al genio de sus obligaciones como poeta. Pronto se formará un triángulo extraño entre Fanny, Brown y Keats donde este último vendrá a ser el objeto de deseo. El frágil y flemático Keats, por supuesto, escuchará a medias las palabras de advertencia de su amigo y cederá a las constantes visitas de Fanny.
No por primera ocasión la directora neozelandesa se ocupa del nacimiento del amor dentro de una sociedad dominada por las reglas y el pudor, una sociedad anglosajona donde imperan las costumbres victorianas y en la cual intempestivamente explota la pasión. Así Bright Star, durante su primera mitad, se despliega como una cinta de ejecución correcta donde destacan sin duda las buenas actuaciones por parte de los jóvenes amantes y se arma además el largometraje entero como estético homenaje dedicado a un poeta relevante para la Inglaterra del romanticismo, un poeta cuya estrella fue tan refulgente pero tan fugaz como la del título en el idioma original. Todo eso está muy bien hasta que llega la segunda mitad del filme donde los impedimentos para ver realizado su amor en las mentes de Keats y Fanny parecen en suma artificiales y en algo esa artificialidad arruina el ritmo de la historia tornándolo monótono. Tanto así que hasta el momento culminante de la muerte del joven poeta por tuberculosis en Italia se nos escamotea. Ni siquiera se le muestra al espectador. Por otra parte, en mi particular caso, tanto hacía que había visto Bright Star en el cine que, para redactar este comentario, tuve que rentarla en su formato devedé y verla de nuevo para refrescarme la memoria lo cual durante la última media hora de experiencia cinematográfica me costó muchísimo trabajo. El esfuerzo se concentró en no sucumbir ante el sueño. Quizás le haría bien a Jane Campion en este punto de su carrera dejar descansar un poco las historias decimonónicas. El amor de mi vida, según el sitio de Cinemex, se estrena en corrida comercial en el DF el 7 de enero.

El avance: http://www.youtube.com/watch?v=X0nx5Iu6KQo