Vestida para amar: desmemoria y tema de moda

A veces la humanidad parece no tener memoria. Como si todo esfuerzo mnemotécnico se lo hubiera dejado a las máquinas. Ahí, entre discos duros y uesebés, se halla todo el conocimiento de la humanidad. Ése que, además, no es necesario para sobrevivir el día a día. Gracias a lo anterior algunos temas —que, no lo neguemos, han estado presentes desde el inicio de la humanidad— semejan ponerse de moda. O se nos imponen a través de condicionamientos. Casi siempre, mediáticos. Actualmente ése es el caso del travestismo. Y sus variantes: transexualidad, transgénero y etcétera. Si hay etcéteras, claro. A causa de la visibilidad de un ex atleta estadounidense del que muy poco se hablaba fuera de su relación como padrastro de unas señoritas que salen en programas de un canal de cable de nicho (televisión más que restringida en sus alcances) y cuyos únicos talentos discernibles de dichas señoritas son tomarse autorretratos con sus teléfonos inteligentes y tener unas nalgas muy grandes; gracias al padrastro de las citadas muchachas se ha puesto de moda hablar del tema. El cine no puede quedarse atrás y ya listas para la carrera del premio más codiciado hay varias candidatas cuya historia gira en torno a la diversidad sexual. Ahí están, por ejemplo, Carol con Cate Blanchett o Freeheld con Julianne Moore y Ellen Page. Pero enfocándose en el transexualismo destaca sobre todo The Danish Girl (2015) con Eddy Redmayne y Alicia Vikander. Mala noticia para estos créditos si usamos de verdad la memoria y nos remontamos a otros como Laurence Anyways (2012), Albert Nobbs (2011), Transamérica (2005), Los muchachos no lloran (1999), Mi vida en rosa (1997), Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (1994) o El juego de lágrimas (1992). Y en los setenta cómo olvidar a La Manuela en El lugar sin límites, el doctor Frank-N-Futer en El show de terror de Rocky o Divine en Pink Flamingos. Y, en el Hollywood más comercial y donde el travestismo no se hacía por deseo sino por inmaculada necesidad, Tootsie (1982), Victor / Victoria (1982) e incluso si viajamos hasta el final de la época dorada Una Eva y dos Adanes (1959). Eso sin contar, en nuestro idioma, varias de las películas de Pedro Almodóvar. Más todavía si extendemos el enfoque a otras disciplinas artísticas y miramos hacia a las primeras décadas del siglo XX con el Orlando (1928) de Virginia Woolf o a los tiempos del teatro isabelino. O más atrás todavía, hacia la antigüedad, con el gobierno de la reina-faraón Hatshepsut. Pero bastará con no agotar la lista ni vagar tan lejos en el tiempo y estacionarse en el año pasado con Una nueva amiga (Une nouvelle amie, 2014) de François Ozon, el mismo director de filmes como 8 mujeres, Angel, Potiche, En la casa y Joven y bella.
En un ambiente pequeño burgués y de ciertos resabios de moralidad judeocristiana —ése en el que mejor florecen las transgresiones de los personajes del director— muere Laura (Isild Le Besco), la mejor amiga de Claire (Anaïs Demoustier) quien forma un matrimonio sólido aunque sin hijos con Gilles (Raphaël Personnaz). La difunta deja atrás a su viudo David (Romain Duris) y a una bebé llamada Lucie. Aunque Claire no se permite admitirlo el sentimiento albergado por su amiga muerta iba más allá de la amistad. Por accidente Claire descubre un día que a David le gusta vestirse de mujer y, bajo la excusa de que la bebé necesita una presencia femenina, se justifica ante la amiga de su difunta esposa. Como buena señora pequeño burguesa la primera reacción de Claire es el rechazo, incluso diagnosticándole una enfermedad mental al viudo. Porque así se lo pide David, Claire le oculta la verdad a Gilles. Pero pronto, conforme frecuente a David —luego convertido en Virginia— Claire irá desplazando la pasión sentida por Laura hacia esta “nueva amiga”.
Últimamente el tema de moda se ha centrado en los problemas surgidos dentro de una pareja heterosexual en la cual el hombre confiesa sentirse más cómodo asumiéndose como mujer. Lo mismo ocurre en Laurence Anyways de Xavier Dolan. En ambos filmes el personaje principal no es tanto el hombre transexual sino más bien la mujer que por amor debe adaptarse a la nueva realidad de quien antes fuera su marido. A diferencia del citado largometraje quebequense, Ozon le da un giro de tuerca a lo antes expuesto al plantear el inicio de una relación entre Claire, una mujer cuya sexualidad fluctúa entre dos aguas y David, el hombre transexual (o sólo travesti) que, a pesar de eso, se sigue sintiendo atraído por las mujeres. La intención de Ozon nunca es hacer de la historia un drama desgarrado (a la manera de Dolan). Al contrario. La cinta se halla repleta de momentos de humor: David enfrentándose a esta nueva etapa vital donde no escasean los desajustes del tacón o de la peluca. O aquéllos de verdadera incomodidad no solamente para Claire sino además para los espectadores: el encuentro erótico, clandestino y en el clímax frustrado entre los protagonistas dentro de un cuarto de hotel. A final de cuentas y aunque muy en su estilo, Ozon pareciera agregar muy poco si se hace uso de la memoria y se recuerdan bien todos los títulos cinematográficos que aquí presento al inicio de esta entrada. Sin embargo, no se puede negar que se adelantó a la moda impuesta por la visibilidad de Caitlyn Jenner. También se anticipa al director británico Tom Hooper que, con The Danish Girl, pretende de nueva cuenta hacerse de varios premios hollywoodenses tras créditos como El discurso del rey y Los miserables. Eso aunque en su paso por el festival de Venecia la cinta haya sido acusada de fría y mediocre por la crítica más exigente. Las aspiraciones de Ozon nunca apuntan ni apuntarán hacia Hollywood. Está más que claro que el francés nunca ganará un Óscar. Pero si el espectador deja sus prejuicios en la entrada estará ante un producto de excelente hechura que arrancará una que otra sonrisa, desplegará alguna escena de corte hitchcockiano, divertirá un rato y quizás haga reflexionar sobre el rol que a los transexuales se les da dentro de la sociedad y la familia modernas. Fuera de eso, Una nueva amiga no contribuye mucho con la ya nutrida filmografía del francés. La cinta forma parte del menú del 19º Tour de Cine Francés y se exhibe en México a partir de septiembre.

Una nueva amiga (Une nouvelle amie, 2014). Dirigida por François Ozon. Producida por Eric y Nicolas Altmayer. Protagonizada por Anaïs Demoustier, Romain Duris y Raphaël Personnaz.