Campos Elíseos
de un futuro distópico
El
nombre que en inglés se les da a los míticos Campos Elíseos es “Elysium”, el
apacible y florido lugar más allá del Hades a donde iban los dioses o los
héroes del mundo helénico. Por eso cuando pronto llegue el estreno en México de
Elysium imagino que más de un
mexicano en extremo susceptible (y vaya que hay de dónde escoger) proteste por
un simple hecho: las escenas de miseria fueron filmadas en el DF, las
paradisíacas de los Campos Elíseos del futuro en Columbia Británica, Canadá.
Como alguien que transita entre estos dos países no pude más que sentirme
incómodo al vislumbrar este dato en los créditos y luego comprobarlo en
internet. Pero no hay necesidad de enojarse ni de incitar al embajador de México
en Sudáfrica a poner el grito en el cielo porque, después de todo, el director
de este filme tuvo la generosidad de incluir al actor mexicano Diego Luna en su
reparto internacional. Aparte, el actor protagonista habla español. Qué mayor
elogio a nuestro idioma que una estrella hollywoodense se digne a hablarlo en
una cinta veraniega con este presupuesto millonario.
Fuera
de bromas, la ópera prima del director sudafricano Neill Blomkamp lo catapulta
a la tierra de los ensueños. Sector 9
(District 9) le vale a principios de
2010 cuatro nominaciones al premio tan sobrevalorado en Hollywood. Tres años
después vemos el resultado de su colaboración con talento hollywoodense: su
segundo largometraje Elysium (2013).
Desde la primera película el cineasta plantea temas de desigualdad social que
encontrarán eco en Elysium. Aquí, sin
embargo, no se tratará de exclusión entre extraterrestres ilegales y humanos
discriminadores sino simplemente entre humanos. La cinta presenta entonces una
realidad distópica ubicada más de cien años en el futuro que nos remite, además
de la ópera prima de Blomkamp, a clásicos de la ciencia ficción y la
desigualdad social tanto literarios (Un
mundo feliz, 1984) como
cinematográficos (Metrópolis).
Es
el año 2154 en la ciudad de Los Ángeles. Todo el planeta se ha convertido en
tercer mundo y los privilegiados han decidido escapar a una estación espacial
llamada adecuadamente Elysium. Ahí no sólo viven apaciblemente sin
preocupaciones y con todas las comodidades, también y sobre todo poseen los
últimos avances en cuanto a salud se refiere: en cada mansión hay una máquina
sanadora y rejuvenecedora semejante a una cama para broncearse, sistema de
salud deseado por muchos en la Tierra. Las máquinas logran desde alisar arrugar
hasta curar enfermedades terminales. Sin embargo, gracias a un tatuaje, la
máquina sólo puede ser usada por los ciudadanos de Elysium. De esta forma, los
ilegales de la Tierra se aventuran al espacio en naves destartaladas para
llegar a la elísea estación. Max (Matt Damon), el héroe, ha crecido en Los
Ángeles criado por unas monjas mexicanas y con el recuerdo de una chica llamada
Frey (Alicia Braga). De niño quería irse a vivir a Elysium; pero tal sueño ya
se ha desdibujado. Un accidente de trabajo hace que le queden tan sólo unos
días de vida. Su única esperanza es viajar a Elysium con la ayuda de su amigo
Julio (Diego Luna). Mientras tanto, se da un intento de golpe de estado por
parte de la ministra de defensa de Elysium, la señora Delacourt (Jodie Foster),
cuyo cómplice es un mercenario en la
Tierra (Sharlto Copley). Para colmo Frey, el interés amoroso de Max, es tanto
enfermera como madre de una niña con leucemia. Ya desde el planteamiento me doy
dando cuenta de qué forma culminará el relato.
Como
de costumbre el reparto en las cintas de ciencia ficción me da tela para el
escarnio burlón. Matt Damon es un protagonista pelón, bilingüe e inflado con
esteroides. Diego Luna —de barba y trencitas cholas— encarnará a su amigo
segundón cuyo destino sabemos desde que aparece su personaje. Qué les pasa a
todos los segundones en cintas de acción, aventuras o ciencia ficción: pues se
mueren a mitad de la película, claro. Eso lo sabemos todos. Y ni hablar de los
acentos. Sharlto Copley nos otorga un villano con ultra-acento sudafricano y
actitud malosa a tope. Tanto que raya en la caricatura. No termina de golpear,
echarle un ojo al interés amoroso del héroe y salivar encima de ella para que
prácticamente le proponga matrimonio a la muchacha. Jodie Foster aparece
también bilingüe con peinado asimétrico y un acento francés muy sospechoso. ¿Es
francesa? ¿Es gringa? Quién sabe. Al fin y al cabo, más de un siglo en el
futuro eso da igual. La gran diferencia entre Matt y Jodie se plantea simple y
maniquea: él es un naco primero obrero y luego delincuente que habla, además de
inglés, español; ella es la ministra de defensa de Elysium cuya segunda (¿o
primera?) lengua es el francés. Très chic.
No lo destaco para atizar complejos lingüísticos a flor de piel, no. Es un
hecho simplemente. Y recordemos que Matt-Max es el bueno de la película y Jodie
la mala. En suma, las actuaciones son todo un lío. Pero es lugar común no
fijarse demasiado ni ser tan quisquilloso con las actuaciones en un género como
éste. Después de todo, no se trata de Shakespeare sino de naves, armas, rayos
láser, bombazos y camas de bronceado sanadoras.
Lo
loable es que Elysium sí resulta
harto entretenida. Es un producto de excelente hechura. Sobre todo, poniéndonos
condescendientes con lo acartonado de las actuaciones. En cuanto al fondo
también podría calificarse de predecible y tremendamente cursi en ciertos
momentos. Si en la trama hay una niña enferma de leucemia este factor será
utilizado y vuelto a utilizar por el director para darnos constantes momentos
de manipulación emocional además de un final en suma previsible. Si a las
máquinas sanadoras de Elysium les sumamos un héroe moribundo y una niña con
leucemia pues ya sospechamos que el resultado final será el sacrificio de
aquél, muy en el estilo de Prometeo (el del mito, no el de Ridley Scott). Ellos
empezaron con las referencias al mundo helénico. No yo.
Fuera
del entretenimiento, un presupuesto mucho mayor al de su ópera prima y un
discurso de crítica social que ya me empieza a oler a oportunismo, Neill
Blomkamp propone muy poco luego del éxito de Sector 9. Sin embargo, de entre todos los bodriazos trogloditas y
veraniegos salidos de Hollywood, éste es quizás uno de los raros con un poquito
más de sustancia.
—Elysium (2013). Dirigida por Neill
Blomkamp. Producida por Simon Kinberg. Protagonizada por Matt Damon, Jodie
Foster, Sharlto Copley, Alice Braga y Diego Luna.