Explotación y codependencia

Como Joven y bella la cinta comentada en este texto también trata el tema de la prostitución. Sin embargo, lo hace desde un punto de vista mucho más convencional. Aquí sí habrá sacrificio, sordidez y culpa. Incluso melodrama. En el contexto histórico se hallará la justificación de esta perspectiva. Va la reseña:

En muchas entradas de este blog me he quejado amargamente de la traducción de los títulos de las películas. Aquí va una nueva pifia de nuestros traidores. A The Immigrant (2013) de James Gray se le da el nombre de Sueños de libertad. Esto no constituiría ningún problema —fuera de lo cursi y vulgar que pueda parecerme el título escogido. Sí se vuelve un problema cuando veinte años antes The Shawshank Redemtion (1994) de Frank Darabont ya había sido titulada de forma idéntica en nuestro país. Luego la misma cinta circularía en formato DVD bajo el nombre Sueños de fuga. De nuevo se le apuesta a la desmemoria. Y a subestimar a los espectadores. Pero de qué vale quejarse ya.
El director estadounidense —originario del barrio de Queens en Nueva York— por primera vez presenta una cinta donde el rol principal lo lleva a cuestas una mujer. En este caso, la actriz Marion Cotillard. Hasta ahora la filmografía de Gray había tendido a centrarse en personajes masculinos. No por nada entre sus maestros se encuentran Coppola y Scorsese, cineastas en cuya obra no destacan precisamente las mujeres. Entre los roles masculinos de cintas como La traición (2000), Dueños de la noche (2007) y Amantes (2008) siempre ha figurado el talento de Joaquín Phoenix. En The Immigrant no es la excepción, aunque aquí el actor fetiche de Gray pasa hasta cierto punto a segundo plano. Algo más ha cambiado: el tono. Ésta, en cierta forma, sería para Gray lo que fue La edad de la inocencia (1993) para Scorsese, un melodrama con tintes trágicos. En Sueños de libertad el relato gira alrededor de una inmigrante polaca. Así James Gray se define como un director “americano” (es decir, estadounidense) y como tal se ocupa de temas relevantes para su país de origen. En este caso y evidente a través del título en inglés, la inmigración.
La historia de Sueños de libertad arranca en el sitio clave de la inmigración hacia los Estados Unidos: la isla Ellis. Estamos a principios de la década de los veinte. Con tal tiempo y tal espacio queda claro que uno de los asuntos a tratar será el de la inmigración centroeuropea en Nueva York. En la fila para pasar una entrevista con un agente de aduanas abundan rusos, polacos, judíos. Rostros temerosos y pálidos tras una travesía de meses en barco. Entre ellos están Ewa Cybulska (Cotillard) y su hermana Magda. Magda, empero, debe quedarse en el hospital de la isla en cuarentena. Ewa será expulsada del país al que acaba de llegar pues se hizo de mala fama en el barco. Un desconocido de origen judío llamado Bruno Weiss (Phoenix) paga un soborno y logra sacar a Ewa del lugar. Al comienzo, el hombre parece no querer nada a cambio. Le da techo y comida sin pedir nada a cambio. Se convierte en su benefactor. Pero de forma paulatina se irán revelando sus intenciones. En resumen Weiss es un padrote que enmascara su verdadero oficio con espectáculos de cabaret. Con tal de salvar a su hermana enferma, Ewa primero se transformará en una renuente bailarina de vodevil. Después, en renuente prostituta. Cuando al espectáculo de Weiss se una el mago Orlando (Jeremy Renner) —para colmo, primo odiado por el padrote— y aquél empiece a cortejar a Ewa, la historia tendrá un clímax sangriento.
James Gray decide enfocarse en esta relación enfermiza de codependencia entre Ewa y Bruno. A pesar del desprecio de su familia y de la culpa católica, Eva no sólo se encuentra al lado de Bruno para salvar a Magda. Ésta es únicamente la excusa siempre enunciada para justificar sus actos y calmar su conciencia. Bruno, de igual manera ante esta sórdida relación donde se mezclan la alcoba y el dinero, se degrada y en numerosas ocasiones se autoflagela verbalmente. A ramera renuente corresponde proxeneta renuente. Sin embargo, al mismo tiempo, halla el lado bueno de sus actos diciéndose que en realidad es el benefactor de las prostitutas, que sin sus dotes administrativas estas mujeres inmigrantes no sobrevivirían en la jungla neoyorquina. Incluso ante una oportunidad como la ofrecida por Orlando, Ewa titubea. En igual proporción por su hermana que por Bruno. A final de cuentas no le importa ser explotada por ese hombrecillo miserable porque tal vez en el fondo haya aprendido a amarlo.
En este sentido la prostitución no es tratada con el artificio de Ozon ni con su estética lujosa exenta de culpabilidad. Sueños de libertad se ocupa del tema como muchos otros melodramas —incluso nacionales— lo han hecho: la mujer orillada al pecado por las circunstancias y, sobre todo, sacrificándose en favor de algún miembro de su familia. En este caso, una hermana enferma. Pero Gray lo hace con demasiada contención. Con todo y eso ya se sabe hacia dónde se encaminará la trama. Esa libertad prometida por la estatua donada a los Estados Unidos por los franceses se torna una pesadilla, una parodia pintarrajeada de sus sueños donde el comercio carnal lo ensucia todo. La imagen principal para ilustrarlo se da tan pronto Ewa sube al escenario de vodevil auspiciado por Bruno: Ewa vestida como la mencionada estatua, maquillaje recargado y labios pintados de carmín. Ni siquiera cuando se le aparezca Orlando levitando como un dios en un acto de magia de vuelta en la isla Ellis, ni siquiera cuando él le ofrezca escapar de su captor sentirá el valor para dejarlo. Aunque, como en todo melodrama que se precie de serlo, el sacrificio de la inmigrante se verá recompensado.
Sueños de libertad ha sido severamente criticada por su contención reflejada en el ritmo en extremo pausado. A lo anterior —quizás de una forma muy “americana”— Gray ha respondido con un “fuck you”. Luego recomienda a los críticos buscar un ritmo trepidante en películas más comerciales. La lentitud de su ritmo no resulta nada nuevo en el director estadounidense. Y a pesar de sus virtudes como una excelente actuación por parte de la dupla Cotillard-Phoenix o una buena ambientación del Nueva York de los años veinte, la cinta bien podría clasificarse como olvidable. Con tantos buenos elementos esto es de extrañarse. Tal vez por su ritmo —más característico del cine europeo— Sueños de libertad formó parte de la selección oficial del festival de Cannes del 2013. Su estreno comercial en territorio mexicano está previsto para este jueves 26 de junio.

Sueños de libertad (The Immigrant, 2013). Dirigida por James Gray. Producida por James Gray et al. Protagonizada por Marion Cotillard, Joaquín Phoenix y Jeremy Renner.