Estudio de lo sagrado

Y sin más preámbulo siguen los textos de la XXXVIII Muestra Internacional de Cine:

El cine incita la curiosidad del espectador e ilumina espacios desconocidos. En el caso de Sagrado-Kadosh (Kadosh, 1999) de Amos Gitaï, la curiosidad se centra en esas comunidades religiosas alejadas del mundo y suspendidas en la utopía de preservar sus tradiciones. Hacia este lugar, apenas en la imaginación de un público alejado de Israel, nos lleva el realizador. Él entra con su cámara prohibida a los barrios de Jerusalén donde la ortodoxia es preciada por encima de todo, donde la ley se respeta sin contemplaciones, donde el peso de ciertos libros es tan fuerte que mata.
En la ficción de Gitaï, han pasado diez años desde la boda de Meïr (Yoram Hattab) y Rivka (Yael Abecassis). Los hijos no vienen a pesar de que han respetado cada baño purificador, cada período de abstinencia y han dicho cada oración antes del acto sexual. El esposo debe repudiar a su mujer y tomar otra para garantizar la descendencia. Así lo estipula la ley. El problema es que los esposos se aman y desean permanecer juntos. Además, Malka (Meital Barda), la hermana de Rivka, está enamorada de Yaakov (Sami Hori) y debe casarse con Yossef (Uri Ran-Klausner). La voluntad de las mujeres no existe en un entorno donde sólo son vistas como instrumentos de fecundidad.
Gitaï enmarca las historias paralelas con dos amaneceres distintos en las vidas de Rivka y Meïr. Entre una y otra salida del sol, se muestran también dos escenas de amor cargadas de emotividad y deslumbrantes por su simpleza. De veras, hace saber el director, éste es un matrimonio de amantes. De aquí surgen la crítica y la reflexión. ¿Por qué la letra muerta de libros contradictorios entre sí —como dice Malka— inspiran mayor respeto que una unión de diez años? ¿Dónde está lo limpio, lo puro y, sobre todo, lo sagrado aludido por el título de la cinta? ¿En los estudios del rabino de la comunidad, en los baños rituales de la madre de Rivka o en la convivencia y la pasión de dos personas?
Gitaï sólo obtiene respuesta de las mujeres pues ellas han pasado su vida entera dentro de una sociedad patriarcal congelada en el tiempo y en donde no hay opciones. Se preserva el orden y se engordan las filas de futuros ejércitos para luchar contra los otros (los paganos, los “sin-Dios”), aunque el concepto de los “otros” sea tan confuso como el del rechazo hacia una mujer que no se embaraza porque su esposo es estéril. El planteamiento de la película, hecho con mínima artificialidad, es interesante e invita a la reflexión. Cabe la pregunta de cómo verían los judíos ortodoxos Sagrado-Kadosh, cuáles serían sus reacciones a un cuestionamiento de este tamaño. O, para el caso, cómo la percibirían los católicos de ultraderecha o los musulmanes fundamentalistas en su afán por regir la naturaleza humana. Lo único absurdo del filme es el doblaje en italiano que, como en cualquier sustitución de voces, mutila las actuaciones del reparto. Eso, sin embargo, es culpa de las compañías distribuidoras y no de Amos Gitaï, gran revelador de curiosidades.

El avance: http://www.youtube.com/watch?v=oqfXxRxV2ik