De parodias mediocres y autoindulgencia


Esta semana renté Scream 4. En ningún momento transformó mi panorama cinefílico. Tampoco pensé que lo fuera a lograr. Sin embargo, sí le reconozco a Wes Craven su capacidad para tratar de reinventar un género más que manido, el del horror. Ver esta cinta que lleva ya a la ridiculez el asunto de la meta-cinematografía me hizo recordar que en algún momento escribí sobre la primera Scream y lo hice echando pestes. Tan maldito me sentía entonces. Creo, releyendo el artículo, que me excedí. Intentaba renegar de una fe a la que ahora por nostalgia he vuelto a abrazar. También me tomaba muy a pecho el tema de la originalidad, concepto que luego de estudiar la maestría quedó en tela de juicio. En fin, aquí va otro vejestorio:

De parodias mediocres y autoindulgencia
Un año de retraso y gran publicidad antecedieron a la no más reciente –Scream 2 se estrena el 12 de diciembre en Norteamérica— realización de Wes Craven: Scream: grita antes de morir (Scream, 1996). Esta película de horror parodiado es protagonizada por un reparto de jóvenes actores: Neve Campbell (Jóvenes brujas), Drew Barrymore (desde E.T. hasta Todos dicen que te amo), David Arquette (hermano de Rosanna y Patricia Arquette), Skeet Ulrich (Jóvenes brujas), Rose McGowan (The Doom Generation), Jamie Kennedy, Matthew Lillard (Ten cuidado con mamá) y Courteney Cox –no Courtney Love como cierto anuncio de radio anunció en su imbecilidad siendo ésta la viuda de Kurt Cobain y participante en Larry Flynt: el nombre del escándalo, y aquélla, coprotagonista en trabajos de tanto renombre como Un detective diferente y también una de tantos cabezas huecas de la serie Friends, sucesora en el gusto juvenil estadounidense de la infumable Beverly Hills 90210.
En Scream, una serie de homicidios aterrorizan al anodino pueblo de Woodsboro. Tras el destripamiento de Casey (Barrymore) a unos cuantos días del casual aniversario de la violenta muerte de su madre, Sidney Prescott (Campbell) es perseguida por el asesino, quien gusta disfrazarse con un atuendo halloweenesco e imitador del célebre cuadro de Munch, descarada alusión al título del filme. El psicótico enmascarado se le aparece a la adolescente en todas partes –su casa, el baño de la escuela, en fiestas— sólo faltando el lugar común de la sopa. Entre los sospechosos están: su novio Billy (Ulrich), su amiga Tatum (McGowan), sus compañeros –fanáticos del género de horror— Stuart (Lillard) y Randy (Kennedy), un policía con severo retraso mental llamado Dewey (Arquette), una reportera sensacionalista bautizada como Gale Weathers (Cox) y hasta el padre desaparecido de la joven (Lawrence Hecht). Junto a ellos y en papeles secundarios, están estrellas de fugaz brillo como Henry Winkler de la serie Happy Days y Linda Blair de El exorcista.
Con la primera secuencia, Wes Craven (Pesadilla en la calle del infierno, La serpiente y el arco iris, La gente detrás de las paredes) le queda a deber los derechos de autor a Hitchcock, a Carpenter y hasta a sí mismo. Los títulos de Halloween, Viernes 13, Carrie, Cuando llama un extraño, Prom Night, Aullido, Psicosis, El silencio de los inocentes y hasta Ni idea regresan por la memoria. Aun así, a lo largo de Scream, existe un apreciable uso del humor negro y, en ocasiones, un molesto despliegue del humor involuntario. En las escenas iniciales la núbil Casey deambula por su casa de cristal –perfecta para que el malvado homicida la observe desde la penumbra— y recibe, cuando está a punto de ver (oh, sorpresa) un largometraje de horror, las llamadas del moderno victimario con teléfono celular. El asunto se agrava cuando la niñita se niega a hablar con el desconocido y él revela, a cambio, sus mortíferas intenciones. Para divertirse, el individuo la somete, con su voz de gripe gargajienta, a un interrogatorio sobre el cine de horror. Por supuesto, Casey pierde el juego y es apuñalada casi enfrente de sus papis. Luego de este sádico inicio, la trama se centrará en Sidney. Casey, Sidney, Billy, Randy. Abundancia de nombres ilustres que, en estas tierras serían Juanita, Pedrito, Anita y Jorgito. Sidney es la verdadera heroína, la virgen, la nueva Jamie Lee Curtis, la que de seguro sobrevivirá descubriendo la identidad del disfrazado. Los fanáticos de Michael Myers, Freddy y Jason se alegrarán al revivir recuerdos y al identificar referencias a dichos personajes del gore, las vísceras y las sangre. El murmullo cavernoso –rayando en lo ridículo— en el auricular, las persecuciones constantes, los sustos falsos, el aniversario luctuoso, los muertos que reviven y, por supuesto, los intestinos al aire son las situaciones sobadas incluidas en Scream. Para justificar los clichés, Craven presenta, en su filme policiaco-slasher al grupo de jóvenes integrantes de la generación de los noventa como seres obsesionados con el género de horror de los setenta y ochenta. Las reglas de las slasher movies (slash: corte violento, puñalada) son repetidas hasta el cansancio –“no abrir la puerta, no consumir alcohol o drogas, no tener relaciones sexuales, no gritar”— y ni así las víctimas logran salvarse. El pretexto autoindulgente de que se está viendo un historia de niños bobos y amantes del género no le quita lo plagiario al señor Craven. Algunos la han catalogado como una parodia o una crítica contemporánea a las tendencias del pasado. Sin embargo, los elementos que Scream critica y cataloga como ilógicos o estúpidos en las slasher movies, los termina utilizando en vil traición. La parodia es incompleta. El final es el colmo de la idiotez y mata con cualquier intención de Wes Craven para reivindicarse. Con quien sí hizo las paces este director fue con la taquilla y, por lo pronto, ya terminó la obligada segunda parte: Scream 2. En ella, Sidney y sus amigos sobrevivientes discutirán la mala calidad de las secuelas –más indulgencia— detonando otra serie de enigmáticos, pero sórdidos, crímenes. Misterios mayores representan el porqué Tesis se estrena en las salas de cine luego de tener semanas en los videoclubs, o porqué la anacrónica The Wall es considerada un clásico, o porqué el bodrio nacional Cilantro y perejil es la ganadora del Ariel a mejor película, o porqué el espectador debe desvelarse y soportar el frío para ver Hamlet de Kenneth Branagh en función única. Así que, a pesar de las referencias fílmicas y el refriteo atenuado, Scream: grita antes de morir es una mala película.

-Scream: grita antes de morir (Scream, 1996). Dirigida por Wes Craven. Producida por Cary Woods y Cathy Konrad. Actúan: Neve Campbell, Courteney Cox, Drew Barrymore, Skeet Ulrich y David Arquette.