Estrenos de viernes


Hoy, 10 de diciembre, hay estrenos aquí, allá y acullá con eso de que el año agoniza. En Torreón lo único visible (y eso que no es nada buena) resulta ser Ágora de Alejandro Amenábar, película de la que ya hablé hace algunas semanas y cuyo comentario se encuentra aquí. En México algún genio le puso el sutil subtítulo de "La caída del imperio romano".
Siguiendo con las sutilezas de nuestros traductores y con otro tanto de oportunismo por el reciente aniversario de su muerte se estrena en México DF Mi nombre es John Lennon (Nowhere Boy, 2009) de la inglesa Sam Taylor-Wood. A final de cuentas, ya sea con un estreno o con el otro, estamos ante un fin de semana que se presenta, aun en el cine de autor, flojo y más que flojo.
Nowhere Boy comienza cuando un jovencísimo y muy rebelde John (Aaron Johnson) pierde a su tío George -la única figura paterna- y se queda solo al lado de su tía Mimi (Kristin Scott Thomas). Las diferencias tanto generacionales como de carácter separan cada vez más a la viuda del adolescente inquieto hasta que éste busque a la hermana de Mimi, la madre que lo abandonó siendo un niño: Julia (Anne-Marie Duff). Al ser una mujer cariñosa, divertida, liberal, todavía joven, llena de energía y risueña -en completo contraste con la tía Mimi- John quisiera irse a vivir con Julia y con la familia que ya formó al lado de Bobby (David Morrissey). Éste no verá con muy buenos ojos la presencia del hijastro en casa. A la par de estas vicisitudes familiares, veremos surgir el nacimiento de la legendaria agrupación musical de la que John formará parte. Es ahí donde todo el género de las cintas biográficas entra a colación con esos momentos climáticos (e incluso redundantes) a los que nos tienen acostumbrados las llamadas biopics, ésos donde los personajes retratados hacen lo que su destino les marca. Ahí veremos el encuentro de John con Paul (Thomas Brodie-Sangster) y sus primeros conciertos juntos.
La ópera prima de la cineasta Sam Taylor-Wood, Mi nombre es John Lennon echa mano del melodrama y de no pocas insinuaciones edípicas, sobre todo, en las escenas de contemplación entre el muchacho y su madre perdida. Se planteará por supuesto el choteadísimo dilema de quién es en realidad madre: si la mujer que da a luz o aquélla que se ve casi obligada a recoger al sobrino y a educarlo. Detrás de la cámara, Taylor-Wood semeja estar tan fascinada por la presencia de Aaron Johnson que en ocasiones John Lennon se nos presenta injustificadamente como un efebo apetecible por el que estas dos hermanas, de manera algo incestuosa, se debaten. Tanto así que luego de la hechura de la película no sorprende que Taylor-Wood y Johnson se hayan convertido en pareja a pesar de la diferencia de edad. Pero ya lejos de chismes de revista del corazón Nowhere Boy, a pesar de su hechura y de sus actuaciones, resulta ser poco memorable y tal vez por esa razón no esté a la altura como para rendirle homenaje a quien retrata. A final de cuentas, una decepción.
Ah y en el DF este fin de semana se estrena también Red social. Los agoreros siguen con sus aclamaciones desmedidas incluso atreviéndose a compararla con ni más ni menos que El ciudadano Kane (se vale reír). Sí, es buena (a secas). Sí, va a ser multinominada para quién sabe cuántas categorías en el Óscar (como para resarcir el daño hecho cuando nada le dieron a la de Benjamin Button). Y sí, lo sigo afirmando de manera radical, la película tiene desde antes de nacer fecha de caducidad. En algunos años ya ni nos acordaremos de ella. Algo que, si me permiten recordar, no ha sucedido con la obra cumbre de Orson Welles. El comentario a Red social de David Fincher se encuentra en este enlace.

El avance de Nowhere Boy: http://www.youtube.com/watch?v=xHlbnjP8Wl4