Giros de tuerca con Alice Creed


Cuando uno ya ha visto una populosa lista de cintas de suspenso es muy difícil que lo sorprendan cuando entra a una sala de cine a ver una más de este género. Desde chico, entre mis búsquedas cinematográficas, he preferido este tipo de películas (no sé por qué razón, tal vez por la emoción que me producen) y ya desde la no tan tierna adolescencia era capaz de adivinar el final de más de una cinta perteneciente a lo que los anglosajones llaman el thriller. Por eso, la británica The Disappearance of Alice Creed (2009) me sorprendió sobremanera.
El filme abre cuando la cámara sigue con insistencia a dos hombres. En unos cuantos minutos el espectador se dará cuenta de que planean un secuestro. Eso resulta más que obvio. Juntos van a una ferretería, compran material para aislar una habitación, algo semejante realizan con una camioneta a todas luces robada. Destaca la meticulosidad y el silencio con el que hacen todo. Los primeros diez o quince minutos de la cinta son mudos. Finalmente esperan a la víctima y la secuestran siguiendo de nueva cuenta pasos que se notan planeados con mucha antelación y no poca frialdad. Aquí es donde de verdad da inicio la acción del filme. Alice, la hija de un millonario, será sometida sin saberlo a la humillación no sólo de ser retenida contra su voluntad sino también a orinar y defecar frente a sus captores, a obedecer cada una de las órdenes que le dan.
De aquí en adelante el juego actoral se dará entre los dos hombres con pasamontañas (uno mayor encarnado por Eddie Marsan y otro menor en la piel de Martin Compston) y Alice Creed (Gemma Arterton). Nada es lo que parece y la trama se desarrolla con más de un giro de tuerca del cual sería tramposo hablar para no quitarle a nadie más el buen sabor. Bajo la dirección de J. Blakeson (director de quien se sabe poco pues su filmografía como realizador solamente suma tres créditos) el trío de actores logran transmitir la intensidad de la situación límite así como la desconfianza ante las traiciones y las trampas del otro punto que forma este inusual triángulo. El particular semblante de Eddie Marsan ya ha sido visto con frecuencia en filmes que van desde Pandillas de Nueva York, pasando por 21 gramos, estacionándose un rato con Mike Leigh en Vera Drake y La dulce vida, otro tanto con Isabel Coixet en La vida secreta de las palabras hasta llegar a esa payasada de Guy Ritchie llamada Sherlock Holmes. Los dos jóvenes actores, sin embargo, no teniendo una filmografía tan extensa resultan menos conocidos aunque su inexperiencia en ningún momento se delata en pantalla. Gemma Arterton, reconocible por participaciones en Quantum of Solace o el bodriazo Furia de titanes, logra reivindicarse con este crédito modesto en presupuesto pero muy contundente en cuanto a trama y actuaciones. Para los amantes del género, La desaparición de Alice Creed es en extremo recomendable. Mochos y asustadizos, claro, abstenerse. Imposible predecir si tendrá estreno en México.

El avance: http://www.youtube.com/watch?v=srR1Qo3A89w