Increíble homenaje a la Christie


Quien me conoció incluso de manera superficial en el segundo año de la secundaria en la Escuela Carlos Pereyra de Torreón me conoció con un libro como el de la imagen en las manos. La primera autora cuya obra leí insaciablemente fue la inglesa Agatha Christie. Tanto así que hace más o menos veinte años decidí con toda mi ñoñería escribir novelas policiacas como las suyas y por primera vez me senté frente a una máquina de escribir con la intención de medio hilar palabras y así contar una historia en más de cinco cuartillas. De aquel experimento adolescente salieron tres novelas malísimas. La última, un mamotreto de mil páginas. Todo eso es algo que me gustaría olvidar y no puedo. Quizás nunca podré.
Reconozco y agradezco la extensa obra de Agatha Christie por los buenos momentos que me dio durante mi adolescencia. Incluso hace algunos años escribí ya con plena conciencia un relato parodiando muchas de sus manías narrativas. Llevaba por título de "Muerte en el Oratorio San José" y fue publicado en la revista Estepa del Nazas. Pero con lecturas de mayor sustancia en mi haber, con el paso de los años me di cuenta de sus defectos y de que estaba muy bien, sí. Pero sólo como lectura para un adolescente.
Sin embargo, no he cesado -por cierta nostalgia sin duda- de seguirle la pista a todo lo relacionado con su obra la cual sí puedo decir -a diferencia de otros autores más cercanos cronológica y geográficamente- conozco completita. Excepto Pasajero para Francfort que nunca terminé porque me resultó aburridísimo. Además de leer todo lo publicado por ella -en las selecciones de Biblioteca Oro y luego algunas novelas en su idioma original- he visto un sinfín de adaptaciones para el cine y la televisión de sus historias. Nunca me canso a pesar de saber hacia dónde van, a pesar de conocer la identidad del asesino, sus motivos, sus métodos. Y eso porque el nombre de la Christie y su obra me llevan de vuelta a una época, sino idílica por completo, sí mucho más despreocupada que ésta, una época en que podía leer un libro tras otro sin importarme lo que sucediera a mi alrededor. Escape ideal a un mundo tan exótico como admirado. Eso era la Christie para mí. Y a veces, muy en secreto, lo sigue siendo. Entre ella y yo hay una historia de amor ya muy vieja que comenzó incluso antes de leer su obra, aquella vez en que tenía siete u ocho años y mi papá trajo a la casa de Monterrey el videodisco RCA de Asesinato en el expreso de oriente (1975) y yo me maravillé ante un misterio -entendido a medias por el inglés- donde todos los sospechosos eran culpables.
Lo anterior sólo para decir que apenas hace unos días encontré este increíble homenaje a Agatha Christie: lo que ella no se atrevió a hacer (juntar a sus detectives Hércules Poirot y la señorita Jane Marple en una historia) lo hicieron ni más ni menos que los japoneses en el anime del 2004 titulado Agatha Christie's Great Detectives Poirot and Marple. Con sus defectos, con sus personajes algo trillados para la cultura británica, con su pudor algo antiséptico y sobre todo con su popularidad la dama Agatha sigue fascinando por todas partes del mundo. Y yo, como uno de sus detectives, continuaré siguiéndole la pista.

Aquí el inicio del anime: http://www.youtube.com/watch?v=DnJofYSbakQ