Una oferta que no se puede rechazar


Nomás me andaba quejando de esta época de "oropel" de la televisión gringa (en especial, de sus minions) y nomás me la pasaba afirmando que yo no veía las series hashtag (#), hasta que encontré una de ésas, una de las irrechazables. Al menos, es mini (10 episodios) y no parece que vaya a tener más de una temporada. Hago changuitos porque todo se arruina en la segunda. Se titula The Offer y es sobre cómo se hizo El padrino (1972) de Francis Ford Coppola.

La mera verdad no planeaba verla porque los programas de “crímenes reales” y las telenovelas chinas me tienen muy ocupado estas vacaciones de verano. Pero un señor algo estridente que hace videos para YouTube de críticas de cine y televisión se desvivió por recomendarla y le di la oportunidad al primer episodio. Durante tres días, no pude parar.

Primero debo mencionar que El padrino no es santo de mi devoción. Para nada. No suelo acercarme demasiado al género de gángsters, narcos o mafias por miedo a quemarme. (Fuchi y así). En una época en que quizás mis padres estaban demasiado ocupados para supervisar todo lo que mis hermanas y yo veíamos, logré acercarme a El padrino sin mucha vigilancia por parte de ellos. Quizás tendría seis o siete años. Supongo que a ellos no les importaba mucho que viéramos a unos señores ítalo-americanos matarse unos a otros mientras no hubiera escenas de sexo (solamente había una en que Sonny Corleone se escapa con una de las madrinas de la boda de su hermana a un cuarto de la mansión). Imagino que fue la primera escena de sexo cinematográfico que vi. Estoy casi seguro de que así fue. No niego que otras secuencias me dejaron todavía más impresionado: la de la cabeza del caballo o cuando le disparan a Moe Greene directo al ojo. A pesar de que se me quedaron muy grabadas en la mente, nunca he considerado El padrino como una cinta cercana a mis querencias fílmicas. Siempre me ha parecido un poco sobrevalorada. Y eso que la he vuelto a ver varias veces a lo largo de mi vida (la última, de hecho, el sábado y apenas terminé The Offer). De Coppola, así me consideren un esnob por no irme con la opción más popular, prefiero volver a ver Apocalipsis o La conversación. Y del género de gángsters, mi favorita es Érase una vez en América (1984) de Sergio Leone. No sé. Tal vez me siento más cómodo pensando en mafiosos en términos de amistad y no tanto de familia.

Sin embargo, no le veo más que virtudes a The Offer. Es más, hasta me parece más entretenida que la “saga” entera de los Corleone. Aunque en las primeras escenas no lo parezca, la mini-serie se centra en la figura de Al Ruddy (Miles Teller), un empleado de la compañía RAND que, a finales de los sesenta, se dedica a la programación de computadoras. Avecindado en Los Ángeles, pronto empieza a toparse con la gente de Hollywood y decide convertirse en productor. Tanto así que se cuela en los estudios Paramount y logra que Robert Evans (Matthew Goode) le dé su primera oportunidad. A partir de aquí irán ensamblando el equipo. No en pocas ocasiones (y aquí radicó, para mí, el interés central de la serie) Ruddy tendrá que enfrentarse a múltiples obstáculos para que la película salga a la luz. Entre ellos, un capo de la mafia (Giovanni Ribisi). Además es una gran lección para todos aquellos que dicen amar el cine o que declaran querer formar parte de este mundo que algún personaje de la serie calificará de “circo”. En un entorno de plataformas y en el que la generación que vio El padrino en las salas de cine se ha alejado de ellas por la pandemia, se habla del carácter sagrado de compartir la experiencia cinematográfica a oscuras y con una multitud de desconocidos. Muy recomendable para cualquier cinéfilo, ideal para celebrar las cinco décadas de la película y se encuentra, obviamente, en la plataforma Paramount+.

El avance: https://www.youtube.com/watch?v=yY7c4zjdaHM