25 años (de nada)


Es una tristeza leve pero secreta llegar a cierta edad y no haber conseguido más de un sueño adolescente. Tan similar a la sentida al comprobar en el disco duro de la computadora que la carpeta titulada “Reseñas” contiene bastantes más archivos que la de “Novelas” y no se diga la de “Cuentos”. No sé qué pasó. Pero hace 25 años me invitaron a colaborar en un medio impreso con una reseña de cine y, desde entonces, a pesar de actual mi reticencia, no he parado. O sí. De vez en cuando. De forma intermitente. Cuando me harto. Cuando en las manos siento el cosquilleo que me conmina a empezar a escribir un texto narrativo. De esos ineludibles. Sin los cuales uno siente que no puede seguir respirando. Inmediatamente después tiro todo por la borda, renuncio a trabajos, me excuso de colaboraciones altruistas, cambio de vida, voy y vengo entre un país y otro, me pongo a escribir como maniático y, al final, el bendito texto se queda agarrando polvo en un cajón. 25 años de escribir sobre cine: 25 años, la mera verdad, de nada tangible. 25 de nada. Unos cuantos pesos y, en una ocasión, unos pases para la Muestra Internacional de la Cineteca. Gracias y de nada. Qué haces cuando no puedes tirar 25 años a la basura ni volver a comenzar para tomar decisiones un poco más inteligentes y egoístas. De nada sirve lamentarse. Mejor aquí van estos vejestorios en formato JPEG que iré subiendo a esta entrada poco a poco. El primero data, como se comprobará, del 9 de septiembre de 1996: